martes, 3 de mayo de 2022

TALLER DE REFUERZO DE RELIGIÓN Y ÉTICA DEL PRIMER PERÍODO PARA EL GRADO OCTAVO

Leer el siguiente artículo titulado "Los 11 tipos de conflictos (y cómo resolverlos)" y posteriormente en una hoja de block realizar un mapa conceptual, teniendo en cuenta los principales subtítulos del texto: Causas de los conflictos, Tipos de conflictos, y Cómo resolver los conflictos.

Fecha última de entrega: junio 10 de 2022.

Los 11 tipos de conflictos (y cómo resolverlos)

Problemas entre personas: así se gestan y así se pueden tratar de resolver.

Los conflictos son algo habitual en las relaciones interpersonales, pues cada persona tiene su idea y visión del mundo. Esto pueda causar diferencias que van más allá de las simples discrepancias.

La comunicación deficiente puede ser el origen del conflicto, por lo que éste es un elemento necesario en la mediación y la correcta gestión del conflicto. En este artículo revisamos los 11 tipos de conflictos y cómo solucionarlos.

Causas de los conflictos

La comunicación eficiente es una herramienta necesaria para entender a los otros y los problemas que pueden llevar a conflictos, porque nos permite comprender diferencias en valores culturales e ideológicos que pueden estar en la raíz del problema y, además, puede evitar que el conflicto se vaya de las manos.

Las causas de los conflictos pueden ser distintos, puesto que existen diferentes tipos de conflictos. Por ejemplo, puede haber conflictos por intereses económicos entre dos empresas, conflictos emocionales en los conflictos internos en una persona, conflictos políticos entre dos países, conflictos religiosos entre dos comunidades o conflictos de competencias entre dos cuerpos policiales.

Aunque el conflicto se ve como algo negativo, en ocasiones, puede ser una oportunidad para mejorar cosas que no van bien o no funcionan.

Tipos de conflictos

Como ves, las causas de los conflictos pueden variar: valores e ideologías, recursos, expectativas dentro de las relaciones entre personas, choque de personalidades, la protección del territorio, etc. Estas causas suelen ser más habituales en distintos tipos de conflictos. Pero, ¿cómo se clasifican los conflictos? ¿Qué tipos de conflictos hay?

Los conflictos pueden variar según su contenido, su veracidad o según los participantes. A continuación, puedes encontrar los distintos tipos de conflictos y sus características.

1. Conflictos según su veracidad

Según su veracidad, los conflictos pueden ser:

1.1. Conflictos reales

Los conflictos reales son aquellos que en realidad existen, y que vienen provocados por diversas causas, ya sean estructurales o del entorno (económicas, legales, relacionales, etc.), entre otros.

Por ejemplo: Pablo alquila su casa a Adrián con un coste mensual de 600 euros, porque este último se ha mudado a la gran ciudad. Todo va bien hasta que Adrián pierde su trabajo y, como consecuencia, deja de pagar el alquiler. Se crea un conflicto económico que es real.

1.2. Conflictos imaginarios

Los conflictos imaginarios derivan de malos entendidos, interpretaciones o percepciones. En este tipo de conflicto no existe voluntad por parte de las partes.

Por ejemplo: María piensa que Juan, su pareja, ya no siente lo mismo por ella. Juan se ha quedado sin batería y no ha podido llamarle como hace cada noche. En realidad, Juan está preocupado por no poder llamarle, pero no tiene la posibilidad de hacerlo en ese momento. No existe conflicto alguno, pero María piensa que el motivo por el que Juan no le llama es porque está con otra mujer.

1.3. Conflictos inventados

Los conflictos inventados, igual que ocurre con los imaginarios, no son reales. Ahora bien, a diferencia de éstos, existe una intención por parte de alguna de las partes que, generalmente, quiere sacar algún beneficio. Esto hace que buena parte de este fenómeno sea en realidad manipulación.

Por ejemplo: una persona que simula un accidente para que el seguro le pague la reparación de un golpe trasero que ocurrió porque él mismo le dio a un poste de iluminación cuando daba marcha atrás.

2. Conflictos según los participantes

Según los actores que participen en el conflicto, éste puede ser:

2.1. Conflicto intrapersonal

Este conflicto ocurre de forma interna, en la mente del individuo. Esto significa que tiene su origen está en los eventos privados: pensamientos, valores, principios, emociones… Estos conflictos pueden tener distintos grados.

Por ejemplo: desde un conflicto cotidiano sobre qué comer hoy, hasta una crisis existencial que le causa un gran sufrimiento a la persona que lo padece. Los conflictos intrapersonales pueden ayudarnos a crecer como personas si los resolvemos satisfactoriamente.

2.2. Conflicto interpersonal

Los conflictos interpersonales son aquellos que se producen en los procesos de interacción entre personas. Normalmente aparecen de forma rápida, ya que solo es necesario que una sola persona se sienta atacada para dar inicio a uno, lo cual hace que pueda nacer a raíz de malentendidos. Pueden ser originados por prácticamente cualquier motivo, desde celos a conflicto de intereses en relación al uso de un tipo de recurso.

Por ejemplo: entre dos amigos. El origen puede encontrarse en un choque de personalidades, valores, opiniones o expectativas.

2.3. Conflicto intragrupal

Los conflictos intergrupales se dan entre miembros de un grupo o equipo, por motivos varios: por diferencias interpersonales o porque algo de los participantes del grupo no comparte las ideas de la organización, entre otros. Este tipo de conflictos pueden desestabilizar la buena marcha de un equipo o grupo y afectar a su eficacia y cohesión, ya que crean una preocupación extra o incluso llegan a bloquear totalmente la capacidad de operar del colectivo, algo que a su vez puede producir más conflictos en una reacción en cadena.

2.4. Conflicto intergrupal

El conflicto intergrupal es un conflicto entre grupos y puede llegar a ser muy destructivo, pues, en casos extremos, la violencia derivada de este tipo de conflictos tiene como finalidad el reforzamiento grupal y puede incluso justificarse. Suele tener sus causas en ideologías, prejuicios o disputas territoriales.

Por otro lado, a diferencia de lo que ocurre en los conflictos interpersonales, es más difícil que se den a partir de malentendidos, ya que la presencia de otras personas hace que el "efecto contagio" necesario para considerarse un conflicto intragrupal demore la aparición de este. Además, un mayor número de observadores hace menos probable que puedan aparecer malentendidos que se mantengan a lo largo del tiempo.

Por ejemplo: el conflicto entre dos empresas por motivos económicos, una guerra entre pueblos por su religión o entre “hooligans” por su equipo de fútbol.

3. Según el contenido

Según el contenido, el conflicto puede ser:

3.1. Conflictos relacionales

Estos conflictos ocurren entre miembros de una familia, amigos o pareja.

Por ejemplo: por la mala comunicación entre los dos miembros de un matrimonio, se acaba discutiendo sobre cualquier nimiedad cotidiana.

3.2. Conflictos de intereses

Los conflictos de intereses tienen que ver con las motivaciones y las necesidades de cada persona o grupo y con los recursos presentes en ese momento.

Por ejemplo: cuando un trabajador quiere más dinero por la jornada que realiza y la empresa no quiere pagarle más.

3.3. Conflictos éticos y de valores

Tienen que ver con la cultura y el entorno en el que ha crecido la persona. Son frecuentes y complejos, pues no es fácil que una persona cambie los principios que rigen su comportamiento. En el caso del conflicto ético suele ocurrir cuando una persona ha de tomar una decisión que no concuerda con sus valores más profundos.

3.4. Conflictos de liderazgo y poder

Los conflictos de liderazgo afectan principalmente a las organizaciones y pueden afectar al rendimiento y a la salud de los trabajadores. Un fenómeno característico de los conflictos tiene que ver con la lucha de poder, pues son muchos los autores hablan de la relación entre el conflicto y el poder, al ser una de las causas más habituales.

3.5. Conflictos de personalidad

La personalidad es un conjunto de rasgos y cualidades estables que configuran la manera de ser de una persona y nos hace únicos. La personalidad, al ser un fenómeno poco flexible, puede ser la base de muchos conflictos intergrupales.

Cómo resolver los conflictos

Los conflictos, en muchas ocasiones, pueden propiciar cambios positivos. Para ello es necesario que se gestionen correctamente. Es importante entender que hacer un diagnóstico correcto del conflicto va a determinar el éxito en la resolución de las distintas problemáticas. Si abordamos un conflicto de tipo intergrupal o interindividual como si fuese un conflicto intraindividual, las posibilidades de éxito pueden ser escasas.

Por ejemplo, podemos encontrarnos trabajando en una empresa en la que el principal problema sean las malas prácticas del departamento de recursos humanos, que están generando un conflicto de rol en los trabajadores. Éstos no saben exactamente cuáles son sus funciones, y este conflicto genera estrés y malestar en los empleados. Si abordamos esta situación como un problema del trabajador, estaremos atacando al objetivo equivocado.

Quizás podamos reducir los síntomas momentáneamente, pero el problema seguirá ahí, en la mala gestión organizacional. Por lo tanto, antes de tomar cualquier acción para paliar los efectos del conflicto, es necesario saber cuál es la raíz o la base del problema.

Ahora bien, existen algunos principios que debemos aplicar si queremos resolver el conflicto:

No hagas como que el problema no existe. Afróntalo e intenta resolverlo.

Sé crítico y analiza tus fallos.

Trata a la otra parte con respeto y educación.

Explica tus opiniones y establece los puntos de unión.

Sé empático con la otra parte y entiende su postura.

Evita la confrontación.

Mejora la comunicación: escucha activa, asertividad.

 

Autor del artículo: Juan Armando Corbin

Tomado del sitio web: https://psicologiaymente.com/social/tipos-de-conflictos

TALLER DE REFUERZO DE RELIGIÓN Y ÉTICA DEL PRIMER PERÍODO PARA EL GRADO NOVENO

Leer el siguiente artículo titulado "Moralidad y religión" y posteriormente en una hoja de block formular una pregunta para cada párrafo con sus respectivas respuestas.

Fecha última de entrega: junio 10 de 2022.

Moralidad y religión

La moralidad es cosa del género humano, y no depende de ningún juez celestial que la haya decretado.

Si no existiera un Ser Superior, sostienen los teístas, no habría moralidad, reinaría el libertinaje y seríamos iguales a los animales. “No todo es lícito, luego Dios existe”, sugiere el escritor ruso Fiódor Dostoievski. Pues ambos dictámenes están equivocados y la ciencia lo está así confirmando: la moralidad y la religión son cosas independientes.

La moral –el estudio del bien, en general, y de nuestras acciones, en lo que respecta a su bondad o maldad– y la moralidad –la conformidad de una acción con las pautas de la moral– son asuntos propios de la naturaleza humana. Veámoslo de esta manera: es más recto –más moral– actuar bien y evitar el mal por la bondad o la maldad intrínseca de las acciones que por la búsqueda de una celestial recompensa o por el temor de un infernal castigo. “Debemos ser honestos porque ser honestos es lo correcto”, dijo alguna vez Martin Luther King, el líder norteamericano de los derechos civiles.

De acuerdo con las ciencias evolutivas, el comportamiento moral es un desarrollo cultural que ayuda a la conservación del grupo y de sus miembros. “No hacer daño” favorece la supervivencia de la especie –de mi clan–; “no hacerme daño” favorece la supervivencia del individuo –la mía–. Según el primatólogo Franz de Waal, los comportamientos morales en nuestros antepasados homínidos debieron resultar de la empatía y la reciprocidad; los grupos más aglutinados y mejor estructurados tenían, por supuesto, más opción de sobrevivir y progresar que los individuos aislados. Los solitarios disponían de menos oportunidades tanto de dejar descendencia como de cazar en grupo las proteínas animales que el cerebro del Homo erectus –el antecesor inmediato del Homo sapiens– requirió a lo largo de milenios para aumentar de tamaño.

En el mismo orden de ideas, sostiene el biólogo norteamericano Edward Wilson, “en el curso de la historia evolutiva, los genes que predisponen a la gente hacia la cooperación terminarían predominando en la gran mayoría de la población humana como un todo (así no estuvieran presentes en todos los individuos); tal proceso repetido por millares de generaciones tendría que dar nacimiento inevitable a los sentimientos morales”.

La predisposición a la moralidad resultante de la selección natural se encuentra, por lo tanto, en la misma condición humana. Las normas específicas de conducta, por supuesto, no están codificadas en los genes; allí no hay mandamientos. La moral intrínseca es un faro visible, así sea borroso, que guía nuestros actos.

La observación de un cierto sentido de equidad en monos y antropoides ha sido estudiada en numerosas investigaciones. Tales estudios sugieren que los instintos morales de algunos simios tienen raíces profundas muy anteriores a la aparición del hombre y que hay también una predisposición genética hacia la moralidad en nuestros parientes animales, con características diferentes en cada especie o grupo. No es de extrañar entonces que los códigos de conducta de los humanos, a pesar de algunas reglas similares entre ellos, sean diferentes en cada cultura. Lo común en los códigos es la predisposición humana a una conducta moral, no los detalles de las normas específicas.

Franz de Waal sostiene que las raíces de la moralidad se manifiestan en los animales sociales y, en particular, en nuestros primos los chimpancés y los bonobos. Sus expresiones de empatía y sus expectativas de reciprocidad son equivalentes al sentido moral en sus parientes humanos. Según la revista The Economist, las investigaciones de este holandés “proveen abundante evidencia de que la religión no ha sido necesaria para que algunos animales tengan comportamientos que lucen sorprendentemente iguales a la moralidad humana”.

Escribe Franz de Waal en El bonobo y el ateo, su libro más reciente: “La moralidad surgió primero y la religión moderna se aferró a ella. En vez de constituir las pautas de la moral, las grandes religiones fueron inventadas para reforzarla. Apenas estamos comenzando a explorar cómo hace la religión para aglutinar a la gente y para hacer obligatorio un comportamiento. No es mi intención minimizar este papel... Pero las religiones no son la fuente de la moralidad”.

La moralidad es, pues, cosa de nosotros y para nosotros, el género humano, y no depende de ningún juez celestial que la haya decretado. Y menos aún requiere de jueces terrenales, sean autonominados o delegados por las religiones organizadas, para que actúen como portadores o intérpretes de mensajes divinos.

Autor: Gustavo Estrada

Tomado del sitio web: https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-15222136